Mauricio Betancourt
Rectoría
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¿Quién no ha cantado un corrido mexicano? ¿Quién no se conmueve con ellos y recuerda un pasado legendario y místico? El corrido mexicano es una representación clara de nuestra identidad —de dónde venimos— cuya vigencia es indiscutible y, si bien en noviembre es cuando se escucha con mayor fuerza que en otros meses, es debido a la celebración del 20 cuando es su momento de mayor intensidad, aunque lo cierto es que, en fiestas, en celebraciones y jubileos, también aparece.
La tradición del corrido se puede remontar hasta el origen: el poema épico. En este se narran episodios y aventuras de los héroes. Sucede lo mismo con el corrido mexicano que fue el medio principal para documentar y narrar distinto episodios de la Revolución mexicana. Ahí se narran las aventuras de Villa, Zapata y demás personajes legendarios, o como lo apuntó Ana Cecilia Pujals: “Decir ‘corrido’ es evocar la Revolución mexicana. El corrido es un género musical popular, de carácter fundamentalmente combati vo y el más comprometido con las grandes causas sociales de aquel movimiento histórico” (s.f.).
El adjetivo clave aquí es combativo. El corrido de la Revolución mexicana surgió como una forma de expresión, divulgación y comunicación del pueblo ante la lucha armada, la injusticia que se percibía y la búsqueda del héroe, la figura providencial, como se le llama ahora, que combatiera por y para el pueblo. Es esta figura es lo que hermana a los corridos con los poemas épicos, sin héroe no hay poemas épicos ni cantos de gesta ni romances.
Como en el poema épico, el protagonista del corrido termina siendo un arquetipo, emparentado con el héroe trágico griego. Recordemos que el héroe trágico tiene todas las virtudes posibles: valiente, justo, generoso, pero también tiene una falla trágica (hamartia en griego) que causará su caída.
Joseph Campbell (2004) en su trabajo imperecedero The hero with a thousand faces, lleva a cabo un análisis exhaustivo del concepto del héroe en las diferentes culturas, encuentra vasos comunicantes:
The hero, therefore, is the man or woman who has been able to battle past his personal and local historical limita tions to the generally valid, normally human forms. Such a one’s visions, ideas, inspirations come pristine from the primary springs of human life and thought. Hence, they are eloquent, not of the present, disintegrating society and psyche, but of the unquenched source through which society is reborn. The hero has died as a modern man; but as eternal man—perfected unspecific, universal man—he has been reborn.
Los protagonistas del corrido son hombres que deciden confrontar peligros y obstáculos en detrimento de su pro pia vida, en pos de ideales comunes.
El corrido
Una crítica común al romance consiste en considerarlo como arte panfletario y escapista. Su fin es hacer que el lector se sienta bien, que piense en que todo está correcto en el mundo. El corrido mexicano, ante el horror de la guerra, ante los muertos, ante las injusticias cometidas a diario, no puede darse ese lujo. Por eso, la función del héroe alcanza una mayor responsabilidad. El héroe del corrido no puede ser un sujeto circunspecto ni reflexivo. No es un pensador, es un hombre de acción, constituido a partir de una serie de verdades y dogmas irrenunciables. Lucha por los pobres, busca la igualdad social, busca justicia y es, tiene que ser, implacable contra los oligarcas y los “hambreadores”:
Ya vino Francisco Villa,
a quitarles lo pantera,
ya vino Francisco Villa,
a devolver la frontera (Olmos, s.f.).
Su grandeza es tal, que las propias víctimas de esas acciones que se mencionan en el corrido aceptan sus decisiones terribles, siempre y cuando sean del pueblo y compartan los mismos ideales.
Caballo prieto azabache,
Cómo olvidar que te debo la vida
Cuando iban a fusilarme
Las fuerzas leales de Pancho Villa. Aquella noche nublada
Una avanzada me sorprendió,
Y tras de ser desarmado
Fui sentenciado al paredón (Albarrán, s.f.).
El narrador, se debe suponer, cometió una falta lo suficientemente grave para que las fuerzas leales de Pancho Villa lo quisieran matar. El narrador, aunque después escapa, acepta la decisión de Villa como justa y sabia. Es decir, los juicios del héroe adquieren un carácter místico y sincrético. No se pueden cuestionar, porque no lo dicen, pero se intuye: los héroes no tienen debilidades ni físicas ni mentales ni de juicio. Decisiones inapelables.
Estaremos de acuerdo en el hecho de que los corridos compuestos en el siglo pasado son superiores tanto en sus aspectos estéticos como en su novedad y frescura con relación a los corridos siguientes. Para Andrés Henestrosa, “Los compositores de nuestros días hacen corridos al por mayor: tontos, insípidos, falsos y que a veces de corrido no tienen más que el nombre” (1999).
Por otra parte, se ha acusado al corrido de pobreza en el uso de recursos retóricos. Frente a eso, podríamos decir que las imágenes son simples, los símbolos se repiten obsesivamente: la palomita, el tren, el caballo, la enorme llanura. El compositor del corrido sale del pueblo, es la voz del pueblo, parece que existe una intencionalidad de hacer del corrido un instrumento lo más sencillo posible, lo menos retador intelectualmente para que sea el vehículo de transmisión, transmisión que debe llegar sin cortapisas, como Henestrosa lo hace notar también: “Si bien Villa y Zapata se encuentran en la cima del Partenón mexicano, otras figuras, algunas históricas, otras legendarias, también reciben las mismas consideraciones: El corrido es de poquísimos recursos y tiene a ratos una concisión que pudiéramos calificar de Homérica [...] Suele consonantizar singulares con plurales preocupado como está más por el fondo que por la forma, seguro como está de que sus valores son otros” (1999).
Esto es lo fundamental: sus valores son otros. Son los valores del pueblo. No es necesario que se traduzcan al código moral de ese pueblo, puesto que lo viven, lo tienen metido en sus huesos, en su sangre. Es en esta simpleza narrativa, en este desdén por la búsqueda de otras figuras retóricas, que el personajearquetipo se construye. Son ideas simples, conceptos básicos. Nos queda un héroe sin tribulaciones, pero también sin pactar con las fuerzas enemigas. Una pureza de motivos más cercano al fanatismo. ¿Su redención? Que es parte del pueblo.
El héroe épico debe lograr grandes hazañas: Aquiles re gresa al campo de batalla y hace cera y pabilo del ejército troyano; Roland lucha hasta la muerte frente a fuerzas militares que superan a su tropa por mucho. Es curioso el hecho de que en el corrido también hay una preocupación por mostrar hechos reales. Así, aparecerán en algunos, fechas y lugares exactos. Veamos el corrido de Miguel Ca brera (s.f.):
El dieciocho de noviembre Que desgracia sucedió
Que en casa del mismo Aquiles Una mujer lo mató.
O el corrido de Benito Canales (s.f.):
Año de 1900
en el 13 que pasó
murió Benito Canales
El gobierno lo mató.
Donde, además, en el mismo corrido, se da un ejemplo claro del valor del héroe y su última hazaña y sacrificio.
Combinar precisión histórica con hechos sobresalientes no es una empresa fácil. Los autores de los corridos lo resuelven de diferentes maneras: basándose en el ingenio del héroe, en la ironía y la mezcla de leyenda con historia. Uno de los ejemplos más notables es La persecución de Villa (Lozano, s.f.):
Patria México, febrero veintitrés,
dejó Carranza pasar americanos:
dos mil soldados, doscientos aeroplanos,
buscando a Villa, queriéndolo matar.
Si hacemos una cosmología mítica de los corridos de la Revolución, Villa y Zapata ocupan los lugares más altos en el olimpo revolucionario, son los dioses, figuras arquetípicas. Los otros héroes que protagonizan los corridos podrían ser considerados como semidioses. Muestran los mismos rasgos: hombres limpios, valientes e intransigentes con las injusticias. Como lo muestra el corrido de Gabino Barrera (1964).
Gabino Barrera con
Más de mil hombres
se levantó por la sierra.
Su causa era noble:
pelear por los pobres
y repartirles la tierra.
Sus proezas físicas son asombrosas, otro aspecto necesario del arquetipo:
Sus pies campesinos usaban huarache
Y a veces a rais andaba
Y aunque pisaba sobre los huisaches
Sus plantas no se espinaban
Concluyo diciendo que, para entender el uso de arquetipo en el corrido, la muerte del héroe debe ser épica. Impensable que el héroe muera por alguna enfermedad o, peor aún, en la vejez. El héroe debe morir como ha vivido: vital, vigoroso y joven. La muerte del héroe joven es más impactante y dolorosa para el pueblo, no sólo porque el héroe ha sido arrancado pronto de nosotros, reacción común entre el pueblo ante la defunción no sólo del héroe sino de figuras queridas y admiradas como actores de cine y deportistas, sino que es dolorosa por lo que deja de hacer.
El silogismo es impecable, pero también tramposo y fatalmente moral: si X no hubiera muerto, el pueblo Y, sería ahora justo y habría bienestar para todos. De aquí se sigue que, por lo tanto, el héroe del corrido no puede fallarle a la gente. Y es también la tragedia del pueblo que necesita de éste para alcanzar su propio triunfo. Se da también una dicotomía héroepueblo, similar a la tragedia griega, en donde el destino del héroe está íntimamente ligado al de su pueblo, con una diferencia fundamental: en la tragedia griega se requiere del sacrificio del héroe, su muerte o un destino igual de funesto para restablecer el orden.
No podemos negar la historicidad del corrido mexicano. Fueron hombres y mujeres de carne y hueso los que participaron, los que lucharon, los que padecieron y murieron. Pero esa historicidad se acerca más a la poesía, me parece, y nos muestra el otro mundo posible. Un mundo donde los héroes gobernaron con justicia para los suyos y fueron terribles con sus enemigos. La revolución se volvió mito.
Referencias
Albarrán, M. J. (s. f.). Caballo prieto azabache.
Alcántara, H. J. (s. f.). Corrido de Benito Canales.
Cabrera, M. (s. f.). El corrido de Miguel Cabrera.
Campbell, J. (2004). The hero of a thousand faces. Princenton University Press, 2004.
Cordero, V. (circa 1964). Gabino Barrera.
EguiarteBendímez, E. (2018). “El corrido mexicano. Elementos literarios y culturales”. Rilce Revista de Filología Hispánica.
Henestrosa, A. (1999). Espuma y flor de corridos mexicanos. Porrúa. LiraHernández, A. (enerojunio 2013). “El corrido mexicano: un fenómeno históricosocial y literario. Contribuciones desde Coatepec”, no. 24, 2943. Universidad Autónoma del Estado de México.
Lozano M. S. (s.f.). La persecución de Viila.
MonroySánchez, G. (2024). Los corridos revolucionarios publicados por la
imprenta de Eduardo Guerrero (México, siglo XX). Boletín de Literatura Oral, 14, 112149.
Olmos, G. (s.f.). Corrido siete leguas. AGN, Propiedad Artística y Literaria, caja 968, no. de registro 11939.